jueves, 13 de mayo de 2010
A JUGAR CON EL CUERPO!
Pedir al niño que señale, nombre y localice en su cuerpo la cabeza, frente, cabello, ojos, orejas, boca y sus elementos, nariz, mejillas y mentón; partes de su tronco, espalda, pecho, cintura, abdomen y cadera; partes de sus extremidades superiores: hombro, brazo, codo, muñeca, manos, palmas, pantorrilla, talón, pies y dedos.
Todos estos segmentos gruesos y finos serán nombrados en cuatro momentos: en el propio cuerpo, en el de otro compañero (en parejas), en dibujos o siluetas y en su imagen frente al espejo.
Guiar al niño para que determine cada parte y diga su funcionamiento o utilidad.
Armar rompecabezas del cuerpo humano. Si el maestro no tuviera este material, puede recortar de revistas figuras humanas completas y descomponer en 6, 8 y 10 partes para que el niño arme y pegue sobre una cartulina.
Subir y bajar escaleras.
Realizar un recorrido, sin salirse, sobre líneas trazadas en el piso, pueden ser líneas rectas, curvas y quebradas.
El maestro proyectará luz con un espejo en la sombra, para que el niño trate de coger la luz, el maestro cambiará constantemente de posición; en caso de que el día estuviera nublado puede utilizarse una linterna.
Bailar en diferentes ritmos procurando que el niño tome e! ritmo de la música constantemente.
Disponer con el profesor de Educación Física ejercicios de coordinación muscular especialmente marchas y equilibrio.
Para ejercitar la independencia segmentaria: pida al niño que, mientras con una mano frota sobre su pupitre, con la otra realice golpes coordinados en la misma superficie.
Ejercicios de balanceo: en una tabla de 30cm. x 40cm., clavada en una superficie cilíndrica, el niño se balanceará, primero con la ayuda del maestro y posteriormente solo, procurando siempre la coordinación de movimientos.
Con el grupo, imitar sonidos producidos por animales, en diferentes tonalidades: bajos y altos, pueden ser de: gato, perro, pato, gallina, vaca, león, oso, elefante y caballo.
Practicar los juegos populares: el gato y el ratón, rayuela, sin que te roce, estatuas, el tren, el primo, saltar soga.
Imitar los movimientos de diferentes animales: saltar como conejo, rana, canguro; correr como perro, liebre y gallina; caminar como un cangrejo, pato, oso.
Recuerde que todos los ejercicios son complejos para el niño y que usted debe darle seguridad y afecto, con la repetición, el niño logrará hacer los movimientos cada vez mejor, desarrollará su motricidad y el conocimiento de su esquema corporal.
DESARROLLO MOTOR
CARACTERÍSTICAS DE UN NIÑO DE 5 AÑOS
Sobre el desarrollo de un niño en sus diferentes capacidades existen distintas líneas teóricas, que hacen sus valiosos aportes a nuestro conocimiento de la infancia. Cabe destacar que en nuestra tarea docente somos los encargados de integrar dichos aportes, de contextualizarlos culturalmente, con una mirada pedagógica; recordando que nuestros niños son “niños reales, concretos, aquí y ahora “.
De su desarrollo motriz:
* Hay una construcción interna del esquema corporal casi acabada. Se ha logrado en varias etapas. Es el resultado de la delineación de los objetos con respecto a su propio cuerpo y la diferenciación del mundo que lo rodea.
* Ha desarrollado la conciencia de su propio cuerpo y diferencia de modo más preciso sus funciones motrices, a través del movimiento, de sus desplazamientos.
* Se ha definido su lateralidad, y usa permanente su mano o pie más hábil, y así puede establecer una adecuada relación con el mundo de los objetos y con el medio en general. Las nociones de derecha- izquierda comienzan a proyectarse con respecto a objetos y personas que se encuentran en el espacio.
* Su coordinación fina, está en proceso de completarse; ésta le posibilita el manejo más preciso de herramientas y elementos de mayor exactitud. Estas destrezas no sólo se adquieren con la maduración de la musculatura fina, sino también por el desarrollo de estructuras mentales que le permiten la integración y adecuación de los movimientos en el espacio y el control de la vista (coordinación visomotora). La realización de actividades manipulativas (trabajos manuales) es importante, pero en ellas deben presentársele obstáculos a vencer, la posibilidad de buscar medios, inventar instrumentos; es decir la oportunidad de descubrir, reflexionar, crear.
* Enriqueció sus estructuras de espacio, tiempo, permanencia de los objetos a través de los movimientos finos y su acción con los objetos.
En la actividad motora confluyen tanto los aspectos intelectuales como los afectivos de su personalidad.
Los niños entre los tres y los seis años de edad logran grandes avances en su capacidad motriz, tanto en motricidad gruesa, que son las condiciones físicas para saltar y correr que incluyen los músculos largos, como la motricidad fina, que es la habilidad para abotonarse la camisa y copiar figuras que incluyen los músculos cortos. Con ambos tipos de motricidad se integran las habilidades que les permiten producir capacidades más complejas como la escritura.
Destrezas de motricidad gruesa
A los seis años y medio los niños lanzan y atrapan mejor la pelota que las niñas, quizá porque padres y maestros tienden a dedicarle más tiempo a los varones en estas destrezas, las cuales evolucionan no sólo como resultado de la madurez, sino como respuesta al aprendizaje y a la práctica. Las niñas suelen tener mejor coordinación para bailar, mantener el equilibrio en un pie y saltar. Estas diferencias pueden reflejar actitudes sociales que fortalecen diferentes tipos de actividades para niños y niñas. En esta etapa las destrezas de motricidad gruesa se requieren para los deportes, el baile y otras actividades que comienzan durante la segunda infancia y pueden durar toda la vida. (Aquí es donde se puede fomentar el hábito del ejercicio con clases extra escolares).
Estos comportamientos motrices, cada vez más complejos, son posibles debido a que las áreas sensorial y motriz de la corteza cerebral están mejor desarrolladas y permiten una mejor coordinación entre lo que los niños quieren hacer y lo que pueden. Sus huesos son más fuertes, sus músculos más poderosos y su capacidad pulmonar es mayor. Parece no existir ningún límite para la cantidad y el tipo de actividades motrices que los niños pueden aprender, al menos hasta cierto grado, sólo se ven limitadas por la capacidad de cada niño y en gran medida por la herencia genética y sus oportunidades para aprender y practicar las destrezas motrices.
Alrededor de los dos años y medio los niños comienzan a saltar con ambos pies, una destreza que no dominan antes porque sus músculos largos no tienen suficiente fuerza para impulsar su cuerpo hacia arriba y adelante.
A los 5 años:
Puede arrancar, girar y detenerse al jugar. Puede saltar, con impulso, distancias entre 70 y 90 centímetros, descender un tramo largo de escaleras sin ayuda y alternando los pies, y avanzar saltando en un solo pie una distancia de hasta cuatro metros y medio. Puede descender con facilidad los tramos largos de una escalera y manejar un estilo de carrera similar al de un adulto, fuerte y rápido. A los cinco años comienza a manejar su peso al lanzar un objeto, camina hacia delante y manda el peso de su cuerpo tras el lanzamiento.
Los niños menores de seis años rara vez están listos para tomar parte en algún deporte organizado. La mejor forma de ayudarlos a desarrollarse físicamente es animarlos a mantenerse en un nivel apropiado de actividad para su madurez en situaciones de juego libre y poco estructurado.
Es importante darles la oportunidad de trepar y saltar en ambientes seguros, con equipo adecuado a su tamaño como pelotas pequeñas que puedan atrapar con facilidad, suaves para que no se lastimen y orientándolos sólo cuando necesiten ayuda.
Destrezas de motricidad fina
A los tres años de edad se alcanzan progresos significativos en la coordinación ojo-mano y en los músculos cortos como tomar un crayón y una hoja grande para trazar un círculo, verter la leche dentro del tazón de cereal, abotonarse y desabotonarse la ropa y utilizar el baño.
A los cuatro años pueden cortar papel a lo largo de una línea con las tijeras, dibujar a una persona, hacer los trazos básicos de dibujos y letras, y doblar un papel por la mitad para formar un triángulo doble. A los cinco puede ensartar cuentas, manejar un lápiz, copiar un cuadrado y demostrar su preferencia para usar una mano y no la otra.
Con el perfeccionamiento de la motricidad fina y gruesa poco a poco se va logrando el control de esfínteres
viernes, 7 de mayo de 2010
MASAJES PARA NUESTROS BEBE
viernes 9 de mayo de 2008
El masaje infantil ayuda a relajar a los niños, a que su organismo sea más resistente, contribuye a que el sueño sea tranquilo y a tener un desarrollo mental positivo. Además, el contacto con la piel de mamá o papá y la del bebé contribuye a fortalecer los lazos afectivos y la comunicación entre padres e hijo.Otro de los beneficios del masaje es que en el futuro, el bebé es capaz de realizar movimientos corporales más fluidos, madura su sistema nervioso, tiene mayores defensas contra las enfermedades, favorece la circulación sanguínea del bebé, su digestión mejora, entre otros.
Cuando los bebés reciben el masaje sienten una sensación muy agradable porque, además del contacto con otra piel, tienen experiencias a través otros sentidos como la audición, del olfato y de la visión.Es bueno que el masaje sea parte de una rutina diaria, así el niño sabrá que, por ejemplo, después de bañarlo y antes de vestirlo, el padre o la madre le dará ese masaje tan esperado que para él significa una placentera experiencia. La mayoría de los bebés disfrutan el contacto físico.
Los masajes para bebés de cualquier edad, incluso recién nacidos, deben ser con delicadeza sobre una superficie suave, como una cobija o almohada. Si el bebé está enfermo o ha tenido una cirugía reciente se debe evitar esta actividad.Es fundamental que la persona que dará el masaje esté relajada, que asigne un espacio de tiempo especial para dedicarlo a esa actividad, sin que sea interrumpida. El adulto le transmite su tranquilidad al pequeño.Se sugiere que durante la sesión de masaje se pongan melodías agradables como la música clásica para relajarlos a ambos.
Además es recomendable mantener al bebé abrigado, cubriendo las partes del cuerpo que no se frotarán.
Antes de comenzar la rutina de masaje, se debe tener en cuenta que las primeras veces tal vez no será fácil porque el adulto tocará algunas partes del cuerpo que el bebé no está acostumbrado a que le toquen.Se puede empezar poco a poco considerando ciertas condiciones como que el pequeño no tenga hambre o sueño, que no esté muy cansado, que no acabe de comer, que el clima sea agradable, por ejemplo, en verano la rutina de masaje se puede hacer en el jardín y al final dejarlo unos momentos bajo el sol.
También es importante, al iniciar el masaje, dirigirse y hablarle con ternura al bebé y sonreírle para estimular sus sentidos y hacer que se sienta más cómodo.Si el bebé desea moverse en diferentes posiciones, hay que dejar que lo haga.Por ejemplo, si el bebé es recién nacido, es elemental el contacto de la mano del adulto con la piel del pequeño, hay que permitirle que sienta las manos en todo su cuerpo, acariciarlo, sobarlo y luego, con el paso de los días se puede aumentar la presión para convertirlo en un verdadero masaje. Si el cordón no se ha caído, se debe evitar tocar su vientre. Las sesiones durarán unos minutos y con el tiempo se puede incrementar la duración.
Primero, el adulto se debe sentar en el suelo con las piernas estiradas, la espalda recta y los hombros relajados. Cubriendo las piernas con una toalla, tomar al bebé sin ropa y acostarlo sobre la toalla en una posición en que los dos se puedan mirar.
Es bueno aplicar una pequeña cantidad de crema, aceite sin olor para bebés o aceite natural (almendras) para lubricar su piel y que las manos corran suavemente. Con el tiempo, el bebé asociará el aroma agradable con el momento del masaje. Es recomendable entibiar el aceite antes de aplicarlo al pequeño y siempre hacer presiones suaves mientras se masajea al bebé.Los movimientos deben hacerse con firmeza, siempre de dentro para fuera y del centro para las extremidades o de abajo para arriba. Del lado izquierdo al derecho, y a un ritmo lento y constante, moderando la presión de los dedos según la zona del cuerpo del pequeño.
El masaje se puede empezar por el pecho, deslizando las manos del centro para los lados. Primero el izquierdo y después el derecho.Después del pecho, masajear los brazos, girando al bebé de lado, sujetándolo por el hombro y haciendo movimientos (con la otra mano) del hombro hacia el pulso, manteniendo siempre un ritmo constante.Al masajear las manos, se debe estirar suavemente cada dedito. Y lo mismo con los dedos de los pies.
Luego, situar una de las manos del adulto en la altura del estómago del bebé y deslizarla bajando en dirección a la tripita como si estuviera vaciándola. Se deben alternar los movimientos con una y con otra mano. Si el pequeño tiene problemas de gases, el masaje le ayudará a eliminarlos.Si el bebé no es tan pequeño, se le puede dar la vuelta a su cuerpo y darle un masaje en la espalda, siempre de la parte central a las laterales. Él lo agradecerá con balbuceos y grititos.
Una manera ideal de concluir el masaje es con un baño tibio.Dar masajes es una actividad muy sencilla y fácil de realizar que al mismo tiempo trae consecuencias positivas para el bebé y la relación de los padres con él. Se puede aprovechar ese tiempo para compartir con los pequeños un momento especial en el día que a la larga los beneficiará a ambos.
Ser una buena masajista requiere de tiempo y paciencia, poco a poco se irá conociendo el gusto del bebé y al mismo tiempo, el pequeño conocerá el masaje, lo aceptará y lo disfrutará.
ACTIVIDADES PARA LA ESTIMULACION DEL LENGUAJE
El lenguaje de los bebés comienza desde muy temprana edad con balbuceos y sonidos vocálicos, que son una serie de respuestas ante los estímulos del ambiente.A menudo pensamos que no es importante dirigirnos al bebé con explicaciones y haciendo buen uso del lenguaje, ya que “no nos va entender”; pero esto resulta ser un error.
Es de gran importancia platicar con los bebés, incluso desde el vientre materno, permitiendo al pequeño familiarizarse con la voz de los padres, y para conocer así los sonidos del lenguaje.Esta comunicación debe permanecer a lo largo de la vida de sus pequeños, primordialmente en el primer año de vida, donde obtiene la motivación esencial para el desarrollo del lenguaje:
En el primer año de vida ( 0 a 12 meses) explicamos al bebé lo que hacemos diariamente: los quehaceres domésticos, lo que hacemos con él (alimento, baño, etc.), y lo más importante, le decimos que lo queremos, y que nos gusta lo que hace; alabamos cada logro.
Le cantamos canciones y leemos cuentos, le mostramos imágenes para que las relacione con palabras, como cuando le mostramos la foto de mamá. Contestamos cualquier balbuceo del bebé, y hacemos pausas cuando “platicamos” con él para dar tiempo a que nos responda.
Como recomendación, la pronunciación del adulto debe ser clara, con voz suave y procurando exagerar las gesticulaciones, con la intención de que el bebé nos imite.
En el segundo año de vida ( 12 a 24 meses) los pequeños incorporan varias palabras a su lenguaje, pero también se comunican por medio de señas o gestos.Es muy común que utilicen para todo una sola palabra, o simplemente señalen lo que quieren, y papá o mamá lo interpretan y se lo dan. Los adultos no debe caer en ese juego, sino ayudarlo a hablar:
Es recomendable decirle el nombre de las cosas antes de dárselas: “¿quieres agua? ¿si? Dime: dame agua….aaagua” y esperar un momento para que el bebé lo intente; si lo hace le decimos lo bien que lo ha hecho, y le damos entonces el agua; si no dice nada, de cualquier manera le damos el agua, pero seguimos haciendo lo mismo cada vez que pide algo; poco a poco aprenderá a pedir, y luego, con nuestra ayuda, a dar las gracias.
En caso de que el bebé conozca y use palabras, se le debe insistir poco a poco que pronuncie correctamente; igual que nosotros; le hablamos con dulzura, pero no hablamos “chiple”. Hablar por teléfono con alguien que le resulte familiar, animándolo a responder y hacer preguntas, conversar acerca de su día, etc. Grabar su voz con un celular, computadora, etc. y después permitirle escucharse a sí mismo, diciéndole: “esa es tu voz”.La mejor manera de incrementar el lenguaje del bebé es hablando con él, preguntarle cosas y esperar una respuesta, es decir, hacer pausas, y luego alegrarnos mucho cuando nos conteste.A partir del tercer año de vida ( 24 a 36 meses) los niños incorporan más frases elaboradas a su lenguaje. Comienza la etapa de los cuestionamientos “¿Por qué…?”, tal vez esto resulte cansado para los padres, pero debemos ser conscientes que los pequeños se encuentran expectantes de conocer e investigar todo lo que les rodea, por este motivo es importante que nuestras contestaciones sean correctas para no limitar su aprendizaje.
Un ejercicio de estimulación distinto que se puede aplicar con el niño, es ponerlo frente al espejo, y el adulto detrás de él; vocalizar exageradamente para que el pequeño observe e imite los movimientos; se pueden pronunciar varios adjetivos como bonito, feo, alto, bajo, etc., y aplicarlos al adulto o al niño.También en esta etapa es tiempo de que el pequeño comience a conocer las palabras de cortesía “gracias”, “por favor”, etc.Si al pequeño le es complicado pronunciar algunas palabras, se pueden practicar inventando canciones divertidas, para acostumbrar al niño con el sonido y pronunciación.Por lo general, en esta edad, los niños suelen confundir los conceptos del tiempo: mañana, ayer, hoy, etc., para ayudarlos podemos hacer con ellos un collage de imágenes dividido en tres partes, que cada uno represente los diferentes momentos del día, y las actividades que se realizan en cada uno de ellos. De igual forma se pueden introducir actividades poco frecuentes que se llevaron a cabo el día anterior, o las del día siguiente, para ayudarlos a construir el significado del tiempo, y las palabras que los representan.
Finalmente, destacamos una vez más la importancia de la comunicación con los niños y niñas, y dirigirnos a ellos empleado un lenguaje correcto, claro, sencillo, pero sobretodo afectuoso, en su expresión y entonación.